Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Si escribimos en google la palabra sirenas, rápidamente nos aparecen miles de descripciones sobre esos seres cuyo origen está en la mitología griega. Hermosas mujeres que atraen a los marineros con su canto hipnótico y luego los matan.
Se dice que su origen se haya en la Odisea de Homero, pero… ¿realmente creéis que es así? ¿Qué fue antes, la gallina o el huevo? Cada uno puede opinar lo que le parezca; los más escépticos dirán que todo es ficción y otros pensarán como yo, que, si el río suena, es que agua lleva.
Durante toda nuestra existencia, las verdades más evidentes se han cubierto con un manto de mentira, para, según se ha querido justificar, proteger a las personas que no están preparadas para comprender que el mundo no es únicamente lo que vemos.
Si no miramos con la intención de ver, jamás veremos más allá de lo que nuestro cerebro nos indica que es lógico, si no escuchamos, ni si quiera podremos oír ese leve sonido que se filtra en el silencio. Pensamos que lo que no podemos tocar no existe, y, sin embargo, el amor es la fuerza más poderosa que mueve el mundo, la tristeza hace que ese mundo deje de existir y deseemos morir, y la felicidad convierte los problemas en pequeñeces. ¿Aún creéis que las sirenas no existen?
Hace unos días descubrí en Netflix la serie “La tierra de las mareas”, comencé a verla porque en el tráiler aparecían sirenas, me pareció interesante, no puedo decir que deseara verla con imperiosa necesidad, pero me atrapó la trama y decidí darle una oportunidad.
El primer capítulo se me hizo un poco largo, pero cuando descubres en qué lugar queda cada uno de los personajes y van destapándose secretos, no puedes dejar de verla.
No es una serie espectacular, pero la trama es muy buena, y a pesar de creer que todo gira en torno a la corrupción de la policía, al tráfico de drogas y a la manipulación, en realidad todo el centro se halla en las sirenas y en sus hijos bastardos.
El vestuario de la serie se centra principalmente en la actriz Elsa Pataky, sus vestidos de seda moviéndose con la brisa del mar hacen que desees ir a la tienda y pedir uno igualito, claro que, luego te percatas de que no tienes el mismo tipo de Elsa y en la orilla de la playa lo único que puede llevarse tu vestido es un pelotazo de algún niño que juegue por allí, así que no es lo mismo.
Sin embargo, en el vestuario masculino se han gastado bien poco, ya que en la mayoría de las escenas están sin camiseta; y que conste que no me quejo, debería dar las gracias al escaso presupuesto que destinaron a ciertos protagonistas masculinos.
Una serie que me atrajo sin ni siquiera poner muchas expectativas en ella. No os voy a contar mucho más, os animo a verla, bien como una serie de ficción que refleja lo peor de una sociedad que aún no está perdida del todo gracias a gente como la protagonista, que, a pesar de estar entre dos mundos, representa la esperanza, alguien diferente que no debe regirse por las normas invisibles que rigen los actos de los demás, o bien como una serie de la que se pueden sacar ciertos temas a investigar como el de las sirenas.
De una forma u otra, creo que os gustará.
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