‘Manto de gemas’ cubre de gloria a México en Berlinale

MILENIO

La emoción y el nerviosismo de recibir el Oso de Plata (Premio del Jurado) en la recién concluida edición 73 del Festival Internacional de Cine de Berlín “no ha pasado”, dice Natalia López Gallardo en entrevista con Milenio, “es un momento muy abstracto que desborda”, y es que se trata de su debut como directora y ya obtuvo su primer reconocimiento.

“Sigo muy nerviosa, pero también agradecida, a pesar de que uno siente que el ciclo termina cuando compartes la película, hay mucha emoción de por medio, además estrenarla con un premio te desborda”, explicó Natalia López Gallardo, a través de una videollamada que tomó justo un día después de la premiación en Berlín, donde pasará los próximos días.

“Hay que estar conscientes de que en la vida no siempre hay recompensas por el trabajo que se realiza, pero esta vez lo hubo. Tener una recompensa sí es importante, porque una película es un trabajo de muchos años y dedicación a los detalles, pero puede no haber esa recompensa y también es parte de la construcción de vida”, agregó la cineasta.

De acuerdo a una charla que la cineasta boliviana-mexicana sostuvo con el presidente del jurado de este año en la Berlinale, M. Night Shyamalan, lo que llamó la atención de Manto de gemas para recibir el Oso de Plata fue su consistencia, “él me decía, después de la premiación, que pusieron lineamientos claros para la selección de las películas”.

“Tenía que ver con qué tanto había cumplido el cineasta con el lenguaje que planteaba, qué tanto el tono de una película es consistente, creo que lo que vieron fue una consistencia en todos los elementos que conforman el todo. Hablaron mucho de la forma de narrar y que era arriesgada y lograda, entonces creo que eso fue lo que vieron”, explicó López.

Manto de gemas pone en pantalla los miedos, sentimientos y heridas que quedan tatuadas en una sociedad que ha sido azotada por la violencia del crimen organizado. La idea de filmar esta historia surgió de las múltiples charlas que Natalia López tuvo con algunos habitantes de Morelos, el estado donde vive con su familia desde hace 13 años.

“En esas charlas la gente fue extremadamente generosa conmigo y ahí me di cuenta que no quería hacer una película ni sobre el narco o la violencia, sino sobre la experiencia invisible y psicológica de la gente, porque todos vivían de una manera esa dimensión y no sabían describirla, pero estaban en sus palabras esas experiencias cercanas a la violencia”, dijo.

Usualmente, las historias que representan a México en festivales internacionales cuentan lo que ocurre en el país, en términos de violencia, aunque desde distintos ángulos, eso genera interés por conocer cómo se vive o sobrevive en un lugar que parece estar en guerra y es justo lo que despierta también preguntas de los extranjeros a nuestros cineastas.

“Creo que el estereotipo de cómo puede verse a México desde fuera es pobre, pero el tema de violencia o desaparecidos tiene raíz en la realidad, aunque se simplifica, México es diverso y es complejo leer esa realidad tal como es, lo que reciben fuera del país (en festivales) es una impresión de esa realidad, y hay muchas formas de contarlo”, dijo.

“Lo que me dijeron (en Berlín) es que no habían visto un retrato de México que se alejara tanto de los estereotipos y que diera un chispazo de esta realidad mexicana. No me siento capaz de hacer una radiografía de México, le tengo mucha devoción al país, lo increíble es tratar de significarlo, la realidad es tan compleja que no tiene caso conceptualizarla o minimizarla”, concluyó.

De qué va

En pleno proceso de divorcio Isabel se instala en el campo donde descubre que su ayudante María tiene una hermana desaparecida. Isabel le ofrece su ayuda para encontrarla y el destino de ambas queda entrelazado. Mientras tanto la comandante de policía, Roberta, quiere rescatar a su hijo de los bajos fondos del crimen. Ahí se cruzará por azar con las dos indagadoras. Tres caminos se unen en un mundo de confusión y abandono donde, a pesar de todo, no muere el ánimo de rebelarse ante el infortunio.

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