Fauna Política
Por Rodolfo Herrera Charolet
Desquiciado, loco, ambicioso, brillante, inteligente, astuto, entre otros; son algunos de los adjetivos que se le endilgan al cholulteca José Juan Espinosa Torres, ex presidente municipal de San Pedro Cholula y por tercera ocasión diputado al H. Congreso del Estado.
Siendo un político carismático, pero también convenenciero (actualmente se dice pragmático) puede ir del enojo a la sonrisa y viceversa. Constructor de realidades y acuerdos, se ha mantenido en el poder público desde que renunció al Partido Revolucionario Institucional, siendo el cholulteca que mayor poder ha acumulado en el menor tiempo posible. Es hoy por hoy motivo de candentes columnas o comentarios, algunos a favor y muchas en contra, dependiendo de la época que quiera ser recordada. Así que hacer un análisis frío y desprovisto de adjetivos castrantes o empalagosos, no resulta una tarea fácil. Lo cierto es que el llamado JJ, es una figura pública interesante que forma parte de la fauna política local, raras veces noticia nacional y eso por algunos destellos de lucidez por su participación activa en momentos clave o criticado sobre su riqueza.
Se pretende por ahora dejar clara una percepción en torno a este enigmático personaje, sin retomar lo ya escrito y denunciado, entre esos motivos, los de haber solicitado licencia al cargo de diputado para preparar su eventual defensa ante acusaciones diversas; entre los que destaca la presunta riqueza legítima acumulada, desde que se desempeñó como presidente municipal, en donde aún no se le aprueban dos cuentas públicas de su mandato.
La verdad y a juicio de lo que ha demostrado, es ser el ojo del huracán, el motivo de polarización, admiración o encono, según el bando que lo critique o halague. Como también en el bando en el cual se encuentre, sea en la derecha, la izquierda, centro o simplemente como espectador. Lo cierto e ineludible es que ha carecido de principios que hubieran entorpecido su carrera política, algo muy común en esta época.
Tras renunciar al PRI no fue difícil renunciar a Convergencia llamado ahora Movimiento Ciudadano, cuando este partido le otorgó dos veces una curul legislativa y lo llevó al poder municipal cholulteca, en donde se dice, logró su incalculable fortuna. Ahora se estima en varias decenas de millones de pesos (millones más millones menos) y que a decir de sus verdugos no cuadran con sus ingresos de diputado y ex presidente.
Se dice y es cierto, que la mayoría de hectáreas de sus propiedades, fueron donadas por familiares, aunque ese conocido procedimiento es poco fiable, porque ya se ha utilizado por infinidad de políticos para allegarse de cosas de dudosa procedencia. Sin embargo el que acusa debe probar y es allí en donde una defensa de buenos abogados pone en aprietos a los que se dice que lo son, pero se han mantenido como burócratas de consigna. Esta es una de las armas que tiene para defenderse, aunque no la única.
Los acuerdos, alianzas, cambios de bando y personas en puestos clave, son en parte de su fortaleza, sin embargo lo que más atesorado tiene, son los secretos de las complicidades, con o sin su intervención. Sea el pago de sobornos, favores o simplemente acuerdos para lograr objetivos a corto plazo. Un arma poderosa aunque no infalible.
En este escenario de dimes y diretes, de procesos y olvidos, únicamente se puede rescatar algo, los acuerdos políticos con el que manda en este Estado. Sean para bien o para mal. La libertad que puede gozar el aún diputado cholulteca depende del estado de ánimo de Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta y de lo que tenga pensado hacer con el famoso abultado expediente.
Por lo pronto José Juan Espinosa puede ser brillante o loco.