Por: Pablo Gaitán-Rossi, Mireya Vilar-Compte, Graciela Teruel-Belismelis y Rafael Pérez-Escamilla
· Investigadores del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la IBERO explican el panorama en nuestro país en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación
La conmemoración por el Día Mundial de la Alimentación, convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), resulta especialmente pertinente cuando continúa la crisis sanitaria, económica y social causada por la pandemia por COVID-19. Si bien hay evidencia de tasas menores de incidencia por el SARS-COV-2 (1) y con todo y que la actividad económica se reactiva cada vez con mayor vigor (2), la pandemia sigue siendo peligrosa y sus efectos –especialmente los alimentarios– están lejos de desaparecer.
El segundo de los objetivos de desarrollo sustentables es el de Cero hambre y, precisamente, la meta del indicador 2.1.2 es eliminar la inseguridad alimentaria moderada y severa. No obstante, previo a la pandemia, la FAO ya advertía de retrocesos importantes en esta materia. Estimó que desde el 2014 el hambre en el mundo ha ido en ascenso y que una de cada diez personas reporta inseguridad alimentaria severa (3). En Latinoamérica, la inseguridad alimentaria severa fue de 9.6%, en Sudamérica de 7.6% y en México, de 9.2% (3). Asimismo, la FAO alertó desde el inicio de la pandemia que el confinamiento alteraría el funcionamiento de los sistemas alimentarios y, aunado a las reducciones en ingresos de los hogares, seguramente se reduciría el acceso a la alimentación, con lo cual puede incrementarse la malnutrición (4). Por ello, la FAO y múltiples organizaciones internacionales hicieron un llamado para desplegar acciones que garanticen la seguridad alimentaria de la población más vulnerable durante la pandemia.
Al igual que en otras partes del mundo (5), en México la pandemia ha tenido un impacto especialmente duro sobre la inseguridad alimentaria –entendida como la disponibilidad limitada o incierta de alimentos nutricionalmente adecuados e inocuos (6) –. Dada su enorme importancia para la salud de los mexicanos, en el EQUIDE se ha monitoreado mes a mes con la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA) dentro del marco del proyecto de la ENCOVID-19; una serie de encuestas transversales a muestras representativas de los mexicanos mayores de 18 años con teléfono celular (7). Los principales hallazgos en alimentación –publicados hasta el mes de junio (8)– muestran un aumento de los niveles leves y moderados de inseguridad alimentaria.
Con el fin de abonar al Día Mundial de la Alimentación presentamos una actualización del monitoreo mensual de la seguridad alimentaria.
Principales resultados
La primera gráfica muestra la trayectoria descendente en la seguridad alimentaria de los mexicanos a lo largo de la pandemia. En el 2018, el 44% de los mexicanos reportó seguridad alimentaria, sin embargo, para abril, a un mes del confinamiento por la pandemia, bajó a 38.9%. El punto más bajo en seguridad alimentaria se observó en julio con 25.7%. En agosto parece haberse detenido el descenso, ya que el 26.6% reportó seguridad alimentaria en su hogar. No obstante, esto todavía representa una distancia considerable en seguridad alimentaria con respecto a los niveles observados en 2018 (línea punteada). El regreso a los niveles previos a la pandemia no será un camino fácil.
La segunda gráfica muestra las trayectorias de los tres niveles de inseguridad alimentaria:
La inseguridad alimentaria leve, en amarillo, refleja la preocupación por el acceso a una alimentación de buena calidad. Este es el nivel que muestra los incrementos más notorios. Mientras que en 2018 se encontraba en 31%, en mayo llegó a 41.7% y en Julio a 44%. En agosto volvió a 41.9%.
La inseguridad alimentaria moderada, en naranja, indica reducciones en la calidad de los alimentos. Durante los meses de abril y mayo no era claro si había un aumento significativo con respecto al 15% de 2018. Sin embargo, los meses de junio, julio y agosto consistentemente mostraron que se ubica entre 18% y 19%.
La inseguridad alimentaria severa, en café, representa reducciones en la cantidad de alimentos. En 2018, 9.2% de los hogares la reportaron. Los datos de la ENCOVID-19 muestran un incremento pequeño pero constante, empezando en 10.3% en abril y alcanzando un máximo de 13% en agosto.
Conclusión
La actualización del monitoreo de la inseguridad alimentaria con la ENCOVID-19 muestra claroscuros. Por una parte, la seguridad alimentaria detuvo su descenso y lleva dos meses baja, pero estable, en 26%. Esto se relaciona con una estabilización similar de la inseguridad alimentaria leve y moderada, en 42% y 18%, respectivamente. Por la otra, se confirma el ascenso a 13% en inseguridad alimentaria severa, el nivel más grave porque los hogares disminuyen de manera importante la ingesta de alimentos en el hogar. Nótese, además, que la inseguridad se relacionó fuertemente con el estrés en la familia (8).
Que el Día Mundial de la Alimentación sea una buena razón para subrayar el impacto de la pandemia al aumentar la inseguridad alimentaria de los mexicanos – una de las dimensiones de la pobreza. Y que a su vez sirva para fortalecer el mensaje de que se sigue necesitando una respuesta decidida por parte del estado para garantizar el acceso efectivo y de calidad a la alimentación. Estamos a tiempo para tomar medidas que nos acerquen a la segunda meta de los objetivos de desarrollo sustentables