Ricardo Homs
El feminicidio crece gracias a la impunidad y esta se origina en la actitud de las autoridades del ámbito de impartición de justicia.
Se minimizan los indicadores de violencia mientras no hay sangre de por medio y esta actitud fomenta los grandes delitos contra la mujer. Esta actitud no solo existe cuando las autoridades son del género masculino, sino también cuando las autoridades son mujeres. Hay grave displicencia.
Pareciera ser que las agresiones sexuales, por ejemplo, no merecen atención más que cuando hay violencia mortal.
Vemos que cuando se denuncia una desaparición, con gran indiferencia las autoridades exigen esperar 72 horas para iniciar investigaciones, cuando ya la desaparición está consumada y así se desperdician horas valiosas para resolver el caso.
Stephen Covey, en un video que circula en redes sociales afirma que lo pequeño termina incidiendo en lo importante y explica que cuando a principios de siglo las autoridades de la Ciudad de Nueva York decidieron enfrentar la grave criminalidad que aquejaba a esa gran metrópoli, lo primero en lo que pensaron fue en enfocarse en las grandes soluciones, como sería resolver los graves problemas sociales como el desempleo, la educación.
También pensaron en concentrarse en los delitos graves, lo cual ha sido curiosamente la política gubernamental de nuestro país para combatir el crimen con resultados nefastos, pues en lugar de disminuir crece.
Por fin tomaron la decisión de atacar los pequeños delitos para generar una tendencia social de alto impacto, que evitase que los pequeños delincuentes crecieran en esa actividad y endurecieron los castigos. De este modo empezaron a combatir los asaltos en el metro y las calles, entre otras acciones
Ese fue el momento en que la ola delincuencial se frenó en Nueva York y logró descender la inseguridad.
Este ejemplo nos muestra el porqué en México el delito crece. Tanto la sociedad como el gobierno es tolerante frente a los pequeños delitos, como robo a transeúntes y a automovilistas, cobro de derecho de piso a comerciantes, extorsiones telefónicas, secuestros exprés, robo de celulares y las agresiones a las mujeres e incluso violaciones sexuales, delitos que frente a asesinatos con saña como los que cometen los narcos, con decapitaciones y mutilaciones aberrantes efectivamente se ven de menor envergadura. Sin embargo, los pequeños delitos son el origen de las grandes barbaridades que hoy llenan los noticieros y a los periódicos.
Existe un grave libertinaje y tolerancia a los pequeños delitos porque nuestra atención está enfocada en el delito de alto impacto mediático, como desapariciones forzadas, asesinatos, balaceras, mutilaciones, secuestros prolongados y otros más, ante los que hemos focalizado nuestra atención y porque son los que acaparan la atención de los medios de comunicación..
Sin embargo, esta impunidad que rodea al pequeño delito estimula al delincuente primerizo a seguir adelante y convertirse en un profesional cuando se integra a bandas bien organizadas.
El pequeño delito ha estimulado la creación de una cultura de tolerancia delincuencial en nuestra sociedad, que es la culpable del incremento de los delitos.
Porque fuimos tolerantes al pequeño robo de combustible, es que hubo funcionarios de Pemex que se organizaron para empezar a robar desde dentro y hasta permitieron el robo desorganizado para desviar la atención del robo de combustible a gran escala que se hacía desde dentro. Hoy que se han creado cárteles del huachicoleo, nos sorprendemos.
Incluso esta nueva política jurídica de tolerar y liberar a los pequeños delincuentes para concentrarse en los grandes delitos, generará a futuro una espiral delincuencial que no se podrá frenar.
De inicio es urgente revertir el paradigma sentimentaloide de que la pobreza es la causante del delito. Hoy los grandes delincuentes son ricos y con toda seguridad en ningún momento, suponiendo que tuvieron un origen pobre, cuando lograron satisfacer todas sus necesidades y asegurar un pequeño patrimonio, llegaron a pensar en retirarse del delito e invertir ese dinero en negocios legales. Al contrario, su ambición y la impunidad que les rodeó, les estimuló a crecer hacia negocios sofisticados y de gran fortaleza, que impide que las autoridades les puedan controlar. De este modo se multiplican los cárteles.
Si no se ejerce tolerancia cero contra el delito, pronto lo veremos multiplicado y a los delincuentes controlando ayuntamientos.
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