Ricardo Homs
Las referencias continuas del presidente López Obrador al México anterior, a modelos de gobierno de otras épocas y estrategias exitosas utilizadas en otros momentos de la vida del país, las cuales parecen ser su faro a seguir, nos deben llevar a generar escenarios de desarrollo para México. ¿Dónde queremos llegar en los próximos años?.
El modelo de Desarrollo Estabilizador, o “milagro mexicano”, mencionado reiteradamente por el presidente como caso de éxito, fue instrumentado por nuestro país entre 1940 y 1970, en los gobiernos de los presidentes Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, para generar estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, es cierto que la referencia continua del presidente López Obrador es la política económica presentada por el secretario de hacienda Antonio Ortiz Mena al presidente López Mateos en 1958, para reactivar al país
El crecimiento promedio de ese periodo fue de 6.8%, la producción industrial 8% y la inflación 2.5%, cifras impensables en este país durante los últimos años y parecerían fantasiosas para nuestro futuro.
Según Vidal Llerenas en un artículo publicado en el Economista el 05 de abril de este año, donde ofrece las cifras antes mencionadas, las políticas públicas de ese periodo de Ortiz Mena como secretario de hacienda podrían ser un importante referente para la política económica que pretende instrumentar el presidente López Obrador.
Sin embargo, es fundamental reconocer que esto fue oportuno cuando las estrategias financieras del país las definía el presidente y las ejecutaba el secretario de hacienda sin ningún contrapeso ni interferencia del exterior. En contraste hoy vivimos en una economía total y absolutamente globalizada, donde una decisión de cancelar una obra como la del aeropuerto es cuestionada por la comunidad internacional y las calificadoras internacionales empiezan a dar a una economía como la nuestra, aún estable y fuerte como la actual, indicadores de riesgo y el secretario de hacienda, Urzúa, tiene que ir a Nueva York a negociar los bonos que financian la construcción del aeropuerto para blindar una decisión aparentemente soberana tomada en el país.
Esto nos habla de que el México de los presidentes López Mateos y el de López Obrador, pertenecen a dos mundos diferentes, donde lo único similar es el primer apellido de ambos presidentes.
El modelo de desarrollo estabilizador propició crecimiento económico para México, debemos reconocer, pero fue en otro contexto que no es el de hoy. En esa época el modelo macroeconómico era más simple y controlable que el de hoy, donde intervienen muchas variables globales de alto impacto generadas en el exterior.
El desarrollo estabilizador representa una visión proteccionista e intervencionista utilizada por el gobierno mexicano para impulsar a al país durante la posguerra y los años posteriores, aprovechando las oportunidades de una economía global lastimada por la segunda guerra mundial.
Evidentemente fue una política exitosa que ayudó a construir lo que hoy es México. Sin embargo, el mundo actual es radicalmente diferente.
Hasta que se empezó a gestar la globalización y México se integró a ella, lo cual podríamos simbolizar con la firma del TLCAN gestionada por el presidente Salinas de Gortari, el presidente de la república tenía el control total de la economía del país, pues vivíamos en un modelo cerrado, donde el presidente era omnipotente y podía controlar todo dentro de nuestras fronteras.
Recordemos cuando el presidente López Portillo estatizó la banca en 1982, le bastó cerrar los bancos para evitar la fuga de capitales que se hubiera derivado de esa decisión; aún no existía el Internet y menos aún la banca electrónica.
En cambio doce años después, en diciembre de 1994 la simple percepción de una posible crisis financiera de México, apenas iniciaba la administración del presidente Zedillo, propició la fuga de grandes capitales por medios electrónicos, lo cual constituyó un descalabro financiero mayúsculo que le costó al presidente Zedillo casi todo un sexenio para revertirlo, gracias a su talento y gran experiencia como economista, lo cual aún hoy, no es reconocido en toda su magnitud.
El mundo de hoy es altamente inestable, regido por percepciones emocionales de impacto inmediato y en tiempo real. Una simple declaración desafortunada puede generar una crisis en el mundo. Esta intervinculación entre los países es fundamental para comprender el contexto de actual.
Por tanto, necesitamos poner nuestra vista en el futuro como parte de esta economía abierta y globalizada y no pretender seguir al pie de la letra modelos exitosos desarrollados en otro contexto. El mundo de hoy es otro muy diferente al de 20 años atrás y México requiere soluciones que se alineen con las circunstancias de hoy.
El pasado debe ser una referencia subjetiva, simbólica y emocional, pero las decisiones que traen consecuencias deben ser tomadas con la vista puesta en el futuro y las condiciones del presente.