Por Dr. Iván Iturbe
· Uno de los cambios importantes debería ser que tengan mayor libertad para obtener sus propios ingresos, afirma académico de la IBERO.
La pasada noche del jueves, senadores de Morena desistieron de su intento por dejar a los medios públicos bajo tutela de la Secretaría de Gobernación. Luego de un unánime malestar expresado por organizaciones civiles, partidos de oposición y expertos, la bancada aceptó eliminar un polémico párrafo contenido en Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
Dejando atrás ese episodio, es momento de preguntarnos qué papel tendrán los medios públicos en el nuevo gobierno. Usando el término con el que López Obrador busca enmarcar a su gestión, ¿quiere Morena llevar a los medios públicos a la cuarta transformación?
De acuerdo con la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, lo que pretende Morena es fortalecer a los medios públicos a fin de contar con una entidad como la BBC (British Broadcasting Corporation) o RTVE (Corporación de Radio y Televisión Española). Si realmente la cuarta transformación busca el fortalecimiento de los medios públicos, merece la pena preguntarnos cuáles deberían de ser los pasos para ese propósito.
¿Qué debemos pedirle a Morena para que experimenten un verdadero cambio? ¿Cómo contar con unas entidades sanas, capaces de tener independencia informativa y producciones de calidad? Ahí debe de estar dirigido el debate.
Exigir que los medios públicos cuenten con una total independencia del poder político y demandar mayor apoyo para los medios públicos en el próximo Presupuesto de Egresos es necesario, pero insuficiente. Es momento de volver a considerar que los medios públicos tengan mayor libertad para obtener ingresos vía publicidad.
Debo reconocer que un modelo de este tipo despierta polémica por dos motivos. El primero es que el simple planteamiento genera malestar y abierta oposición de los canales privados, pero es una alternativa si queremos que tengan una mayor autonomía presupuestaria. España lo hizo por un momento. En el año 2009 Televisión Española era líder en audiencias y con ingresos publicitarios por 422 millones de euros, los cuales representaban más de la mitad de su presupuesto. Por desgracia, la historia no terminó bien ya que eso no gustó a los canales privados, los cuales hicieron todo por prohibir que tuviera ingresos por esa vía (y así hacer más grande su rebanada del pastel publicitario).
Eliminar la publicidad tuvo como resultado un severo impacto en el presupuesto de esa televisora, lo que la llevó a la cancelación de emisiones y a la caída de sus audiencias. Sus ingresos publicitarios fueron sustituidos por un modelo en el que hoy en día los canales privados aportan a su presupuesto. TVE fue víctima de su propio éxito, pero mostró que los medios públicos pueden obtener una rentabilidad que les permita cumplir su propósito social. Su caso no es el único. Tal es la importancia de la publicidad para los medios públicos europeos que muchos la necesitan para ser viables.
El segundo motivo de preocupación -en el escenario de que los medios públicos vendan publicidad-, es que puedan perder su carácter social. La inquietud es legítima, sin embargo, los medios públicos más relevantes no han sufrido de ese problema y reciben elevados ingresos por producciones que venden en diversos mercados.
¿Qué hay de malo en producir una serie televisiva comercial si con eso pueden producir noticieros plurales y programas dedicados a la cultura, las artes y la ciencia? Eliminar el impedimento para que los medios públicos tengan ingresos por la vía publicitaria no pretende que estos espacios dejen de cumplir su misión social, por el contrario, es permitirles ser más sólidos y que cuenten con recursos para sostener a programas que no son redituables comercialmente.
Tal vez el traspié de Morena pueda traer algo bueno. Ojalá iniciemos un debate actual en torno a los medios públicos que necesitamos. Por debate actual entiendo uno que considere cuál es la situación de los medios públicos en otros contextos (por cierto, imperdible el reciente estudio Situación actual y tendencia de la radiotelevisión pública en Europa, coordinado por la Universidad de Santiago de Compostela).
Asimismo, un debate actual demanda que veamos hacía el futuro. Necesitamos pensar cómo transitarán los medios públicos hacia internet y que considerar la migración de las audiencias y anunciantes televisivos al mundo digital (en efecto, de optar por un modelo con acceso a publicidad ya vamos algo tarde). De igual manera requerimos un debate que considere fuentes alternativas al presupuesto estatal como fuente de financiamiento. Plantear un debate pensando sólo en los medios públicos convencionales, tal y como lo hemos hecho, es simplemente anacrónico.
Hacer unos medios públicos sanos, capaces de producir contenidos culturales dignos de competir globalmente requiere dinero. Encadenar a los medios públicos al presupuesto equivale a no concederles la oportunidad de hacer proyectos audaces y competir globalmente.
Si Morena quiere llevar a los medios públicos a la cuarta transformación, debe de otorgarles una total independencia de los intereses políticos, apoyo presupuestal para hacerlos viables, coordinarlos para que maximicen sus recursos y también darles una mayor libertad para contar con publicidad y otras fuentes de financiamiento.
Claro que una iniciativa en esta dirección tocará poderosos intereses y ofrecerá resistencias, pero si Morena se atreve a usar su fuerza política para hacer un cambio así de profundo, esa sí sería señal de una verdadera transformación.