Ricardo Homs
Este viernes 22 de marzo se conmemora una vez más el día mundial del agua. Este es un momento oportuno para reflexionar sobre la problemática de este líquido, que según un documento publicado por Ciencia UNAM el 31 de agosto del 2018, “la desigualdad, las fugas, costos y concesiones han puesto en jaque el acceso a este vital líquido”, en México.
Desde julio del 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció como derecho humano el acceso al agua. Sin embargo, la ONU reconoce que a nivel internacional la escasez del agua afecta a cuatro de cada diez personas.
Sin embargo, en México, según datos del INEGI del 2015, de un total de poco más de 29 millones de hogares que conforman nuestro país (aunque hay cifras que hablan de un total de 32.9 millones de hogares según la encuesta nacional de hogares 2016), se dice que 21.2 millones de hogares la reciben diariamente, 4.4 millones de familias cada tercer día, 1.6 millones dos veces por semana y 1.08 millones una vez a la semana.
Se considera que las zonas urbanas tienen una pérdida del 40% de agua potable debido a fugas en las redes de distribución y respecto al agua destinada a la agricultura, la pérdida llega al 50%.
Hay zonas geográficas de la Ciudad de México que con frecuencia reportan desabasto, afectando a la población.
Todo lo anterior genera una problemática social de alto impacto que es urgente resolver.
Por ello el Consejo Consultivo del Agua A.C., que es una organización de la sociedad civil dedicada a temas del agua, que preside Víctor Lichtinger Waisman, con apoyo de SEMARNAT, CONAGUA y otros organismos públicos y privados, ha convocado a un foro denominado “Pacto social por el agua”, que se llevará a cabo del 24 al 27 de marzo en el Museo Interactivo de Economía, MIDE donde reconocidos expertos de este tema participarán como panelistas.
Es de reconocerse que un tema de tanta trascendencia haya logrado la integración de personalidades, tanto del sector privado, como académico y público para buscar soluciones para una problemática que tiende a agravarse por la sobrepoblación por un lado y el agotamiento de los mantos acuíferos, lo cual tendrá como consecuencia el desabasto, de lo cual siempre las más afectadas son las clases populares y vulnerables de nuestro país.
En el campo el desabasto del agua ha generado conflictos entre comunidades que se disputan la propiedad as fuentes de este líquido, llegando incluso a los enfrentamientos violentos, lo cual exige un pacto social, así como fortalecer la legislación que garantice respuestas jurídicas ante cualquier circunstancia presente y futura.
El agua es fundamental para la vida humana y para la sociedad.